16 de mayo de 2011

Trinidad, joya colonial


En 1988, el centro histórico de Trinidad y su Valle de los Ingenios son declarados Patrimonio de la Humanidad al ser considerados uno de los conjuntos arquitectónicos más completos del continente americano, dotado de una coherencia ambiental no alterada en el transcurso de los años y una fuerte unidad expresiva, de un marcado sentido del tiempo y de lugar. Por estas razones, Trinidad se ha constituido como uno de los principales focos turísticos de Cuba.
La Plaza Mayor, constituye el corazón de la parte vieja y el lugar más hermoso. No siempre este fue el lugar apacible y fresco de las noches caribeñas. Hace 485 años hubiera resultado difícil caminar entre tiendas de campaña, arcabuces y soldados fanfarrones. Era la tropa de Hernán Cortés, en sus preparativos para la conquista de México. Un tiempo después este terreno dejaría de ser el Campo de Marte, para convertirse en una plaza iluminada con lámparas de aceite de oliva, donde los caballeros galanteaban a las damas, y los señores conversaban sobre sus negocios del azúcar. Hoy la Plaza Mayor de Trinidad y su entorno son considerados uno de los conjuntos urbanísticos más homogéneos del periodo colonial en Cuba.
Es la tercera villa de Cuba, después de las orientales: Baracoa y Bayamo, fue fundada en 1514 por el primer gobernador de la Isla, Diego Velázquez, a poca distancia de la desembocadura del río Arimao, en áreas del cacicazgo sub taíno de Guamuahaya. La misa de fundación de la Villa de la Santísima Trinidad fue oficiada por el famoso defensor de los indios, Fray Bartolomé de las Casas.
La ciudad de Trinidad, es sin lugar a dudas un sitio de visita obligada, se halla ubicada en la región central de Cuba, específicamente en el sur de la provincia cubana de Sancti Spíritus, y es la capital del municipio del mismo nombre, desde La Habana la distancia es de 365 km y desde el balneario de Varadero a 280 Km
Trinidad, tercera ciudad más antigua de Cuba, con un pasado colonial, esta "ciudad museo" que se descubre a pie, paseando por sus calles empedradas y angostas, las plazas, sus palacios, con edificios de influencias barrocas y neoclásicas, pintados con gran colorido hacen de cada calle un lugar único.
Hoy no es preciso tener sangre azul para visitar la casa del Conde Brunet, hombre rico, con afanes nobiliarios, que hasta un escudo se diseñó y que dos siglos de existencia no han empolvado la suntuosidad de esta residencia con el techo y escalera de Caoba. Mármol europeo en el piso. Cristalería de Bohemia. Cerámica de Talavera de la Reina. Pinturas murales. En este museo también se exponen muebles del siglo XIX y una fantástica colección de piezas chinas antiguas.
Y qué decir de su Taberna La Canchánchara, el nombre responde a una bebida criolla, que no se sirve en jícara, como en otros siglos, pero sí en una vasija de barro, que armoniza con el trago, preparado a base de aguardiente de caña, miel de abejas y zumo de limón. La canchánchara, la bebían los mambises del Ejército Libertador Cubano, durante su lucha contra la metrópoli española, en el Siglo XIX, para minimizar los efectos del frío o protegerse de las diversas enfermedades respiratorias en tiempos de guerra, tradición aun en nuestros días pervive, en la villa. Este lugar quizás único en el mundo, paradigma en Trinidad, es un sito de embrujo que hará bien especial su visita y su historia personal, porque visitar a Trinidad es como retroceder en el tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario